jueves, 16 de octubre de 2014

García Margallo se juega la legislatura en Naciones Unidas

Los 193 Estados miembros de la ONU eligen este jueves a las 16h (hora española) entre Turquía, Nueva Zelanda y España para un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad en el bienio 2015-2016

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.

Los tres mayores objetivos planteados por Exteriores esta legislatura para potenciar la proyección internacional de España han sido, por orden cronológico, conseguir un mayor peso español en la nueva Comisión Europea, un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU los próximos dos años y los Juegos Olímpicos de 2020. El balance provisional es un fracaso en el evento deportivo, la elección de Arias Cañete en segunda convocatoria como comisario y el aplazamiento sine die del ministro Guindos como jefe del eurogrupo.
Esto convierte la votación de la Asamblea General en Nueva York en una prueba de fuego para el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, y para el propio Rajoy. La campaña ha sido larga e intensa, con la participación hasta del rey Felipe VI.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se compone de 15 miembros, cinco de ellos permanentes (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) y 10 miembros no permanentes. España, Turquía y Nueva Zelanda se juegan dos vacantes para el segundo grupo.
España, Nueza Zelanda y Turquía se disputan dos plazas en el Consejo de Seguridad
España considera que, por su peso en la ONU (Exteriores afirma que nuestro país sigue siendo el sexto contribuyente mundial al sistema de Naciones Unidas – incluyendo contribuciones obligatorias y voluntarias – y el  noveno contribuyente del presupuesto ordinario de la organización) le corresponde formar parte del Consejo de Seguridad como miembro no permanente cada 10 años. La última vez que estuvo en el máximo órgano decisorio mundial en materia de paz y seguridad fue en 2003-2004, tiempo marcado por la invasión de Irak.
En esta ocasión, España tendría silla asegurada si Turquía -que como otros países emergentes viene reclamando una representación mayor en la ONU- no se hubiera postulado en 2011, apenas un año después de haber formado parte del Consejo de Seguridad en el bienio 2009-2010.
En el escenario hay que incluir que España cuenta con aliados, muchos países han prometido su voto (que es secreto y se tiene que confirmar), pero también que se enfrenta a la oposición frontal de dos potencias como Brasil y Reino Unido. Fuentes diplomáticas señalan que estos dos países hacen campaña activa contra la candidatura española. En el caso de Brasil se interpreta una visión diferente entre ambos países de lo que debe ser la ONU (Brasilia quiere un puesto permanente en el Consejo de Seguridad y considera que ya hay muchos europeos) y fricciones surgidas en la candidatura de Moratinos a dirigir la FAO en competencia con un candidato brasileño, que finalmente venció.
Brasil y Reino Unido se oponen activamente a la candidatura española
En el caso del Reino Unido se suma su apoyo a un miembro cercano de la alianza anglosajona como Nueva Zelanda; y el contencioso de Gibraltar que el Gobierno Rajoy ha tensado en los últimos años, especialmente en verano. Además, Nueva Zelanda lleva 20 años sin asiento en el Consejo de Seguridad y mantiene buenas relaciones diplomáticas en la Commonwealth y el Pacífico.
Para resultar elegido se requiere una mayoría de dos tercios de los miembros presentes en la votación de la Asamblea General, esto es, son necesarios al menos 129 votos favorables de entre los 193 Estados miembros, en el caso de que todos los países participen en la votación. Lo habitual es que se celebren varias votaciones.
Aunque limitada por los recortes presupuestarios, la campaña de Exteriores ha permitido pagarle un viaje a España a un centenar de representantes permanentes ante la ONU en Nueva York. Asistieron a seminarios sobre temas multilaterales que interesan específicamente a sus países -y que España podría promover en el Consejo de Seguridad- pero también se les llevó a visitar ciudades emblemáticas como Córdoba.
Para los años 2013 y 2014, la campaña ha contado con un presupuesto de un millón de euros. España se ha esforzado en poner en valor su contribución en misiones internacionales de mantenimiento de la paz y humanitarias (130.000 militares destacados desde 1989), pero también los recursos económicos invertidos en la última década en proyectos de cooperación al desarrollo (30.000 millones de dólares en 14 años).
Sin embargo, ha preferido adoptar un perfil bajo en los grandes conflictos internacionales, evitando decantarse por un bando u otro. Diplomáticos y analistas reconocen que España ha bajado un escalón en cuanto a presencia internacional en esta legislatura y ha permanecido en un discreto plano tanto en política europea como en crisis como la coalición contra el grupo Estado Islámico, carro al que se ha subido tras su ausencia en las primeras reuniones preparatorias.
Felipe VI evitó mencionar en la ONU las principales crisis mundiales
Como indicador de la precaución mantenida por Exteriores, el discurso del rey Felipe VI en la apertura del debate general de la Asamblea de la ONU en septiembre pasado -que prepara el Gobierno-, al contrario de lo que hicieron Turquía y Nueva Zelanda, evitó mencionar expresamente las crisis en Siria, Irak o el conflicto israelo palestino, en un intento de no perder votos molestando a alguien.
Otra debilidad de la candidatura española es que la impecable documentación preparada con datos y argumentos sobre la implicación internacional de España no se corresponde con la actualidad.
En este sentido, el presupuesto de cooperación al desarrollo ha caído un 70% en los últimos años; o que, sorprendentemente, España está ausente del proceso de paz en un país cercano como Colombia que mantiene su Gobierno con las FARC. Margallo e incluso Rajoy han llegado a promocionar por medio mundo la en su día ridiculizada Alianza de Civilizaciones que puso en marcha el presidente Rodríguez Zapatero, hoy integrada en las políticas de Naciones Unidas.
Otro ejemplo de distorsión entre candidatura y realidad es que el Gobierno de Rajoy ha reducido a la mitad la participación española en operaciones internacionales de paz (hoy con 1.800 militares desplegados) y mantiene aún 500 soldados en Líbano (operación 100% ONU) frente a 1.100 entre 2006 y 2011 y no ha abandonado ese escenario, como pretendía, obligado por la inestabilidad causada por la guerra civil siria.
Se observa cierto desajuste entre la imagen de España presentada y la actual política exterior
Se puede observar también en los últimos años un proceso de mercantilizacion de la política exterior, con la omnipresente Marca España que trufa discursos y documentos de medio Gobierno que, en el mejor de los casos, refleja una vocación empresarial del Ejecutivo, aunque no es automática la traducción entre la actividad internacional de las principales compañías españolas con el interés nacional. En este marco cabría recordar, por ejemplo, la reciente desinversión de Endesa de su importante negocio latinoamericano a favor de su matriz italiana Enel; o los problemas surgidos por constructoras españolas en la ampliación del Canal de Panamá.
En cualquier caso, la proyección exterior de un país es más que márketing y éste más que publicidad y promoción.
Lo anterior puede revelar cierto desajuste entre la imagen de España escrita en los documentos, la actual política exterior y, más allá de los nombres o de las sillas, las actuaciones que no se explicitan que haría nuestro país en Naciones Unidas o Bruselas.
Nadie se atreve a pronosticar un resultado, lo que da un aire a la votación de este jueves similar a la extraña euforia previa del café con leche de Ana Botella en la candidatura olímpica en septiembre de 2013, que acabó no siendo tan relajante como presumía la alcaldesa. Si el resultado no es favorable, llegará el momento de coger el ticket y calibrar si el esfuerzo económico y personal ha merecido la pena, si es proporcionado lo que cobran los hosteleros de la Plaza Mayor de Madrid por sentarse en una terraza. Es probable que sí.

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