miércoles, 27 de agosto de 2014

Arizónica

Sociología municipal

Majadahonda, rotonda.
Al oeste del río Manzanares, más allá de los orines humanos y animales del Hipódromo que bajan y bañan la ciudad (Umbral), de las pantallas y antenas de los espías, se extiende un territorio más verde de lo habitual, verdura pública municipal de uso mayormente privado o privatizado.
Territorio Gurtel, donde han sustituido los alcaldes a ritmo casi balear, sin que los resultados electorales se vean afectados por la corrupción pasada y veremos si presente.
En este territorio de frontera entre la Mancha y la Sierra, con la Torre de los Lodones en el límite entre el bosque mediterráneo y el granito, vive medio millón de madrileños que circula a lomos de vehículos de gran cilindrada, o de mediana con traje de 4x4, la mayor parte coche de empresa o pagados sin IVA, que van dando saltos por los pasos de cebra elevados que comenzó a instalar un visionario, visionario en la dedicación a la política con sobresueldo, en su caso de establecimiento de fotocopias.
Rotondas de estilo remordimiento, negocietes y vacaciones unen este territorio madrileño con la Costa del Sol, tipografías de los 80, rotondas gigantes que encierran estatuas aisladas e ignoradas, paisaje que refleja el estilo de los pioneros que salieron de la ciudad en busca de la naturaleza de uso privado. El boom inmobiliario ya de este siglo expulsó de la ciudad a la mitad de los hoy residentes que no han conseguido marcar estilo propio y distinto al de sus mayores, de carros de madera ya raída y relucientes iglesias.
Fuengirola, monumento homenaje al 600.
En el origen se encuentra la nada, provocada por la guerra civil que machacó la zona porque si se quiere invadir Madrid es necesario arrasar la zona oeste circundante, y a ella se aplicó con saña aquella Legión Cóndor de Hitler antes de adquirir fama arrasando Gernika e inspirando como efecto secundario el arte moderno.
El resultado, un ejemplo, fue que Majadahonda quedó despoblada, sin vecinos, ni uno. Circunstancia sólo conocida en la invasión francesa de principios del XIX. En caso de guerra, huir de la zona.
Luego llegó la reconstrucción, Regiones Devastadas y casas humildes junto con ayuntamientos cubiertos de pizarra fascista que echa de menos la nieve, que cae poca para tanta pizarra. Dictadura y miseria siempre han convivido, y la primera intentó dignificar la segunda con arquitectura neoescorial y tejados de pizarra.
Algo une esta zona oeste de Madrid con la Costa del Sol malagueña, con una Marbella ampliada desde Torremolinos a Estepona, el espíritu del negociete perpetuo que solo la mala suerte -delación de un cabreado- convierten en delito, la tolerancia con las corruptelas.
Y la respuesta puede estar en el subsuelo. No sería extraño descubrir que la experiencia adquirida con los sistemas subterráneos de recogida de basuras, la basura circula alegremente bajo nuestros pies, hubiera sido aprovechada para construir grandes túneles de comunicación, utilizando tremendas rotondas como tapaderas, respiraderos y entradas.
Rotonda en el bulevar de las Ideas
de Benalmádena (Arroyo de la Miel).
Tráficos de distinta naturaleza circulan entre Madrid oeste y la Costa del Sol bajo la indiferencia de los vecinos de Tembleque y Turleque, Membrilla, Llanos del Caudillo, Guarromán (río de los granados, probable etimología), Mengíbar, Deifontes, Jabalquinto, Iznalloz, Moraleda de Zafayona, Fuente Vaqueros, Zafarraya, Villanueva del Trabuco, comparten recorrido con el río Guadalmedina antes de llegar a Málaga, del Guadalmedina al Guadarrama, río éste más septentrional del país con el guad-wadi en el nombre.
La zona noroeste de Madrid es más que Gürtel, como la Costa del Sol es más que los cuñados Hohenlohe, la caridad disfrazada de gala veraniega a 1.000 euros el cubierto, los príncipes saudíes y los populares.
Detrás de la espuma encontramos un esfuerzo inversor en infraestructuras públicas que choca con la ideología privada de sus más insignes usuarios.
Encontramos música (verdiales, Danza Invisible, Efecto Mariposa), clases medias marroquíes de vacaciones -también residentes-, pueblos andaluces como Benalmádena, chicharras, la humedad que alimenta una vegetación rabiosa, sardinas asadas en la playa.
Se dice que las grandes revoluciones en España han llegado por vía municipal, la Guerra de la Independencia (revolución en origen), la República en 1931, la democracia en 1979.
En estas zonas residenciales de Málaga y Madrid ya se compra en Día, Lidl y Mercadona, sin complejos.
La única pega es que una buena revolución debe ir acompañada de prensa en papel, prácticamente desaparecida en Madrid oeste para información local y siempre ha sido difícil encontrar El País en la Costa del Sol. Veamos qué tal acompaña la prensa digital.

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